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viernes, 22 de abril de 2022

MANUEL PEDRAZ

 

Llevo más de dos tercios de mi vida dedicado al periodismo y la mitad de ese tiempo al periodismo cultural, que es una variedad sacerdotal de la profesión que me permite comer y recibir además un salario añadido «en especies»: el enriquecimiento personal que supone poder tratar de cerca con los creadores, los verdaderos protagonistas del hecho cultural, junto a los ciudadanos, que son los que completan toda creación.

A lo largo de este tiempo ha recibido algunos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Fomento de la Lectura que concede el Ministerio a los que nos empeñamos en intentar elevar los siempre bajos índices de lectura de este país. Pero el premio que más agradezco es el de los oyentes, que me han mostrado su cariño y apoyo en los 26 años que ha cumplido ya Historias de papel, seguramente el programa dedicado exclusivamente a fomentar la lectura más veterano de la radio en nuestro país.

El flamenco ha sido otra de mis pasiones culturetas, aunque lo que realmente me emociona, y es por lo que me hice periodista, es poder acercar la cultura a mis conciudadanos, poder contarles todos los días noticias que nada tienen que ver con las que últimamente se imponen en las agendas de los medios.

En la cajita de los pequeños orgullos profesionales guardo mi contribución a haber constituido la primera Asociación de Periodistas Culturales que se creó en el país, dedicada además a homenajear a un querido compañero ya desaparecido, José María Bernáldez. También me enorgullezco siempre de mi origen de pueblo (nací en Villa del Río, Córdoba) y cada vez que puedo le pido perdón a mi familia por el tiempo que le he quitado por este enganche mío al periodismo cultural.

Si volviera a empezar, lo volvería a hacer: me dedicaría a la cultura. Lo mejor, sin duda, del periodismo.