Páginas

martes, 24 de marzo de 2020

MARTA CARRASCO


Dice mi madre que, si la gata pare en el horno, los gatitos no tienen que ser pasteles. Yo nací en Barcelona, y por eso, desde mi infancia, las Navidades sabían a polvorones y ajonjolí, se cantaban los villancicos a compás y bailábamos sevillanas en las fiestas de familia. Sevilla era esa tierra a la que siempre volvía. Pero gracias al periodismo hace 40 años regresé definitivamente a la ciudad familiar, y recuperé los colores de ese Sur que ha sido y es el norte y la guía de mi trabajo. Apasionada de una profesión a veces ingrata, me tocó la fortuna de vivir la transición política de los 80, conocer personajes y hechos históricos irrepetibles y sumergirme en una cultura, que era la mía por herencia, y ahora lo es por emoción y corazón, y que desde hace años es también profesión. Dice mi currículum que soy licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, y que he hecho cursos de crítica de Danza e Investigación en la Universidad de York (Canadá), y más cosas. Todo muy largo. Baste decir que la Cultura es mi mundo, la Danza mi pasión, y el periodismo, mi profesión, un oficio tan antiguo y tan frágil que a veces siento se me escapa, pero que siempre recupero con fe y cabezonería. Y que no, no me jubilo.